Ensayo sobre la Comunicación en la Pareja.
Por Ignacio González Sarrió
Se habla mucho de la comunicación en la pareja y de
cómo una mala comunicación puede dar lugar a problemas de relación e incluso a
la ruptura. Incluso muchas personas recurren a la frase “teníamos problemas de
comunicación” cuando se les pregunta por el motivo de su ruptura sentimental.
Sin embargo pocas veces las personas son capaces de concretar en que consisten
esos problemas y sobre todo identificar el origen de los mismos. La
comunicación es el acto mediante el cual dos o más personas transmiten
información. Los medios mediante los cuales transmitimos la información son
varios, siendo el más común el medio oral. Por tanto el lenguaje es una
herramienta propiamente humana que utilizamos para comunicarnos. No obstante es
bien sabido que existen otros medios de comunicación, así cierta información de
contenido no verbal como la emocional se transmite mejor por el lenguaje
corporal y los gestos. Por tanto si la información transmitida oralmente es
consistente con la información emocional facilitada gestualmente hablamos de
una comunicación coherente, sana y fuerte que llegará con una alta resonancia y
sin interferencias al oyente. Por el contrario, cuando la información oral o
verbal es inconsistente con la no verbal o gestual las interferencias darán
lugar a interferencias en el receptor provocando el fenómeno de
disonancia cognitiva y generando la sensación de que aquello que se dice en
realidad no se piensa.
Volviendo a la pareja y a la comunicación entre sus
miembros, es necesario entender que toda comunicación está sujeta a un contexto
más grande o meta-comunicación. Así dos personas nacidas en un momento
histórico concreto y lugar no se expresaran ni pensaran de la misma forma que
otras dos nacidas en lugares y momentos distintos. Es lo que llamamos el
contexto histórico y social que enmarca a todo ser humano. Ese contexto impronta
los valores de la sociedad modelando a sus miembros.
Por tanto valores, moral, corrientes de pensamiento,
política, economía, familia, hechos
vitales, marcan, condicionan y dotan de significado y significatividad al pensamiento y por tanto al modo de relacionarse de
las gentes. Esos valores al fin y al cabo expresan las expectativas tanto
sociales como personales de los individuos delimitando y definiendo lo que se
espera de ellos.
Los valores de una sociedad patriarcal, machista y
judeocristiana como la nuestra, transmiten ideas que dificultan una correcta
comunicación entre los miembros de la pareja. Así al hombre se le inculca la
idea de que a la mujer no se le pueden contar ciertas cosa, se le hace creer
que hay ciertos aspectos relacionadas con la sexualidad masculina que la mujer no puede
comprender y que jamás hay que contarle. El hombre crece con la idea de que hay
dos tipos de mujeres, aquellas con las que disfrutar del sexo y la madre de sus
hijos. A la madre de sus hijos no se le puede mostrar la parte libidinosa de la
personalidad, los deseos y fantasías sexuales, hay que preservarla de aquello
que en realidad se considera sucio o perverso ya que no lo podría entender
y si lo hiciese dejaría de ser la candidata a madre de sus hijos, puesto ¿Qué valores
podría transmitirles sino?.
Por otra parte la mujer desarrolla desde la infancia un
concepto de pareja ideal basado en el amor incondicional e imperecedero, una idea
amor romántico e ideal en el que sus necesidades e impulsos sexuales quedan
supeditados a los sentimientos amorosos hacia su pareja. Se reprime toda
necesidad ajena a la pareja y se exige a esta la satisfacción de expectativas
emocionales, sexuales y de toda índole imposibles de cumplir.
Se cierra así un círculo vicioso. El hombre oculta sus
instintos a la mujer a la que no reconoce como a una igual en materia de
sexualidad, y por tanto se negará a si mismo y a su pareja la posibilidad de
mantener una comunicación de igualdad en la que se den a conocer en lo más
profundo de ellos mismos exponiendo la realidad de sus necesidades. Al no reconocer
a la mujer como un interlocutor válido en materia sexual el hombre se ve
obligado a gestionar sus deseos y necesiidades de diferentes formas, por ejemplo reprimiéndolos
lo que ocasionará diversas manifestaciones emocionales, conductuales y
sintomáticas que se traducirán a su vez en problemas de pareja. Otra forma de
gestionar dichas necesidades sexuales es satisfaciéndolas al margen de la
pareja a través de relaciones paralelas, ocultas o infidelidades.
La mujer a su vez irá sintiéndose más alejada de su pareja a la que irá considerando un extraño en algunos aspectos, sus necesidades no cubiertas en materia emocional y sexual irán generando un fuerte resentimiento impulsándole de manera gradual a la infidelidad o hacia la ruptura y búsqueda de una nueva pareja sobre la que proyectar de nuevo sus fantasías románticas. No obstante con el paso de los años la mujer ira acumulando una carga de resentimiento, desconfianza y acritud hacia los hombres a los que considerará la causa de todos sus males y de su infelicidad, mientras que el hombre a su vez desarrollará la idea de que es imposible comprender y satisfacer a las mujeres.
La mujer a su vez irá sintiéndose más alejada de su pareja a la que irá considerando un extraño en algunos aspectos, sus necesidades no cubiertas en materia emocional y sexual irán generando un fuerte resentimiento impulsándole de manera gradual a la infidelidad o hacia la ruptura y búsqueda de una nueva pareja sobre la que proyectar de nuevo sus fantasías románticas. No obstante con el paso de los años la mujer ira acumulando una carga de resentimiento, desconfianza y acritud hacia los hombres a los que considerará la causa de todos sus males y de su infelicidad, mientras que el hombre a su vez desarrollará la idea de que es imposible comprender y satisfacer a las mujeres.
Por
tanto cuando hablamos de problemas de comunicación en realidad a lo
que nos estamos refiriendo es a todo el conjunto de creencias y valores que tanto la sociedad como la familia transmiten a sus miemnros entendiendo dicha transmisión como una educación machista y judeocristiana que
atribuye comportamientos y expectativas diferentes al hombre y a la
mujer por el mero hecho de serlo, condicionando y limitandoles en aspectos clave de la comunicación interpersonal y generando malos entendidos, secretos inconfesables, sentimientos de culpa, frustración, resentimiento, infidelidades,
negación de la realidad, represión de necesidades y
finalmente ruptura de pareja.
Por último estos valores sexistas son la causa de la incomprensión entre los sexos y de sus mas perversas consecuencias la misandria y la misoginia.
Por último estos valores sexistas son la causa de la incomprensión entre los sexos y de sus mas perversas consecuencias la misandria y la misoginia.
Doctor en Psicología Jurídica (UV). Psicólogo-Psicoterapeuta
y Perito Judicial. Máster en Psicología Clínica y Salud (UV). Máster en
Psicología Organizacional y RR.HH (COP-CV). Diploma de Estudios Avanzados
(DEA-UV). Experto Docente (CAP-UV). Psicólogo General Sanitario (GV). Perito
Judicial y Forense. Miembro del Turno Oficial de Peritos Forenses del Iltre.
Colegio Oficial de Psicólogos de la CV (COP-CV). Coordinador Grupos de Psicología
Jurídica y Forense
"psicolegalyforense". Experiencia en Psicología de la Salud, Clínica,
Social, Gerontología, Oncología, Oncología Pediátrica, Patología dual,
Colectivos en riesgo de exclusión social, docente en planes de formación
ocupacional y continua, Ong´s. grupopsico@cop.es 696102043.
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