Ensayo sobre la ansiedad o el miedo a uno mismo.
Por Ignacio González Sarrió.
A
lo largo de los años he ido vivenciando los múltiples aspectos de la
ansiedad, acercándome a ella desde una perspectiva tanto personal como
clínica, muchas veces he sido incapaz de entenderla en su totalidad, lo
cual me ha llevado a tener una visión fragmentada y parcial de su
dimensión, otras veces he podido entender cual es su funcionalidad, es
decir, el porque se origina y que sentido tiene.
Cuesta
de entender, pero en general, la mayoría de las patologías psicológicas
tienen una intención, una finalidad y unos beneficios secundarios, que
permanecen ocultos al sujeto paciente. Por ejemplo, cuando una persona
que sufre de crisis de pánico dice que "su mayor temor es verse a si mismo incapacitado para luchar por sus seres queridos", ¿qué está queriendo decir?.
Por
una parte,debemos de atender al lenguaje, medio a través del cual damos
sentido a las cosas que nos rodean, y fijarnos en la palabra "luchar",
cabría preguntarse, ¿qué quiere decir la persona con "luchar"?, ¿luchar
contra quién o contra que?.
La
palabra luchar implica que existe la percepción de una amenaza, ¿dónde
está esa amenaza?, ¿dónde la percibe?, encontraremos entonces que la
persona no puede identificar de manera concreta ese peligro, esa
amenaza. Se trata pues, de una amenaza inconcreta, no física,
inmaterial. Pero entonces, ¿de dónde surge esa amenaza, ese
peligro?. Surge de nosotros mismos, surge de la confrontación entre las
demandas externas o mejor dicho, de la percepción subjetiva de dichas
demandas que son interiorizadas como amenazas a nuestra integridad y
seguridad, y que desbordan nuestra capacidad de respuesta. Pero vayamos
un poco más allá, no solo hay una interpretación amenazante y
desproporcionada de las demandas externas, sino una desvalorización de
uno mismo respecto a la capacidad de reacción frente a las mismas, de
forma que interiorizamos que esas demandas son imperiosas y al mismo
tiempo vitales y por otra parte nos vemos a nosotros mismos como
incapaces de afrontarlas con éxito.
Llegados
a este punto, aparece una nuevo factor añadido, que es la sensación de
sentirnos observados, es decir, en tela de juicio, a merced de la
opinión de los demás. Además existe la tendencia en este tipo de
procesos psicopatológicos, de vincular la valía personal al juicio de
terceras personas respecto a la eficacia de la respuesta que hemos
procurado, es decir, tendemos a evaluarnos en función de parámetros
externos que atribuimos como socialmente deseables y que son del todo
exagerados, rígidos e inalcanzables. Es lo que se conoce como
deseabilidad social.
De
tal forma que, el individuo, poco a poco se va tejiendo una trampa el
solo, nada de lo expuesto en los párrafos anteriores existe en la
realidad, todo es creado por el propio sujeto, así inevitablemente la
persona anticipa una serie de consecuencias catrastróficas que,
siguiendo el concepto de la profecía auto-cumplida, se producirán sin
ningún género de dudas, confirmando de esta forma los temores y
creencias irracionales del sujeto.
Por
eso, la ansiedad no es otra cosa que el miedo a uno mismo, y a la
capacidad que tenemos de generarnos terror y sufrimiento a nosotros
mismos.
Fdo.Ignacio G. Sarrió.
Psicólogo.
contacto. grupospsicojuridica@gmail.com
696102043.
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