PARENTIFICACIÓN Y CONFICTO DE LEALTADES EN LOS HIJOS. Análisis de un caso.
Pareja que después de más de 10 años de matrimonio decide separarse. Se inicia un complejo conflicto parental intenso y complejo, que se cronifica en el tiempo. Dicho conflicto, está motivado por ambos progenitores. El padre, movido por un deseo de venganza, dolido por la infidelidad se siente traicionado y desplazado como figura de "cabeza de familia". La madre, actúa movida por el miedo a la pérdida de los hijos y por el temor a la pérdida de estatus socioeconómico. (lucha de poderes e intereses económicos).
Este conflicto se traslada a los hijos, que en la fecha de la separación cuentan con 10 y 12 años. El padre no comprende que los hijos mantengan una buena relación con la madre, a pesar de lo que esta le ha hecho (infidelidad). Siente rabia, hostilidad y deseos de venganza, que le llevan a actuar de forma hostil, controladora, autoritaria e intrusiva (persecutoria) con ellos, además de intentar trasladarles una visión negativa de la madre.
La reacción de los hijos, que se encuentran en la pre-adolescencia, etapa en de las operaciones formales; en la que aparece de forma incipiente el pensamiento independiente (el niño no sabe diferenciar el origen de la fuente y hace suyos recuerdos de otros, es decir interpretaciones, creyendo fielmente lo que verbaliza) y en la que el niño se caracteriza por la oposición frontal a la autoridad, a lo impuesto (oposicionismo y negativismo); la reacción es la de rechazo frontal a la figura del padre (coercitivo y autoritario). Esta reacción de rechazo de los hijos, provoca en el padre mayor desasosiego e ira, aumentando a su vez el control y la presión sobre sus hijos y generando a su vez mayor rechazo en estos. (proceso de retroalimentación)
¿Y la madre?, ¿Qué hace?. Nada, solo deja que la relación entre el padre y sus hijos se deteriore cada vez más, observa el desarrollo de los acontecimientos y refuerza los argumentos de los niños, aquellos que les llevan a odiar al padre, al tiempo que les inculca su necesidad de estar con ellos, transmitiéndoles la idea de que sin ellos no podría superarlo e introyectando, los niños, la responsabilidad de cuidar a su madre y no separarse de ella. Los niños comienzan a interiorizar la idea polarizada de, madre víctima, padre verdugo, cuando en realidad son ellos las verdaderas víctimas, de unos progenitores incapaces de anteponer las necesidades de sus hijos a las suyas propias, incapaces de protegerles de sus propias pasiones, odios y rencores (no son capaces de separa el rol parental del de pareja), pero esto ellos no lo saben, y tal vez no llegaran a saberlo nunca.
Por tanto nos encontramos ante un padre, cuya actuación es hostil, intrusiva y de naturaleza reactiva, incapaz de darse cuenta de las consecuencias a largo plazo de las mismas, un padre que actúa desde el rencor deforma reactiva.
Y por otra parte, una madre pasiva, sutil, consciente de las consecuencias de las actuaciones de su marido sobre sus hijos en un futuro (siente que le están haciendo el trabajo o que su enemigo se está tirando piedras sobre su propio tejado), activa a la hora de reforzar su imagen de víctima, necesitada del apoyo de sus hijos frente al odio injustificado de su ex marido, un actitud pasivo-agresiva proactiva.
Este caso, pone en relieve las sutiles estrategias que, en ocasiones, los progenitores llevan a cabo, con la intención de dañarse mutuamente, a través de sus propios hijos.
Fdo. Ignacio González Sarrió.
Psicólogo. Perito Judicial y forense.
Colegiado en Valencia.
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