INTERFERENCIAS PARENTALES Y ALIENACIÓN PARENTAL.
Las estrategias de Alienación Parental (AP) pueden ser muy diversas al
adquirir un carácter explícito o, por el contrario, completamente subliminal. Algunas de estas actuaciones específicas incluirían, Bolaños (2002):
- El progenitor aceptado puede simplemente negar la existencia del otro o etiquetar al hijo como frágil y necesitado de su continua protección, generando una estrecha fidelidad entre ambos.
- Puede transformar las diferencias normales entre los padres en términos de bueno/malo o correcto/incorrecto,
- Convertir pequeños comportamientos en generalizaciones y rasgos negativos,
- Poner al hijo en medio de la disputa,
- Comparar buenas y malas experiencias con uno y otro,
- Cuestionar el carácter o estilo de vida del otro,
- Contar al niño “la verdad sobre hechos pasados”,
- Ganarse su simpatía, hacerse la víctima,
- Promover miedo, ansiedad, culpa, intimidación o amenazas en el niño.
- También puede tener una actitud extremadamente indulgente o permisiva”.
Así pues, la AP se entiende como el resultado de
una actitud de interferencia constante y voluntaria por parte de un progenitor,
cuya principal intención sería debilitar el vínculo entre el menor y el otro
progenitor, provocando así el rechazo del menor y generando en este una
concepción peyorativa del progenitor rechazado. Para ello, el progenitor que
ejerce la alienación llevaría a cabo las conductas y estrategias de Interferencia Parental (IP) también llamadas conductas de obstrucción. Por tanto, no puede considerarse que la AP sea
sinónimo de IP, ni que el despliegue de interferencias parentales vaya a
ocasionar siempre la alienación parental del menor, dado que en esta
intervendrán otros factores, y que
atañen, ya no solo a la actitud y estrategias desplegadas por el progenitor
alienante/obstaculizador, sino al propio menor y al progenitor
alienado/rechazado.
De este modo, se podría concluir que, siempre que exista AP, existirán
conductas de IP, pero no al revés, pudiéndose ello explicarse por factores externos, es decir, aquellas
características propias tanto del menor como del progenitor que no ejerce las
interferencias, las cuales se convertirán en factores moduladores y mediadores
de la alienación y del rechazo, en función de si se entienden como factores de
vulnerabilidad a la alienación o factores protectores frente a la misma. De ahí
la importancia de los rasgos de personalidad, tanto de los progenitores como de
los menores, pero también de las experiencias y recuerdos previos al conflicto
conservados por el menor con el progenitor objeto de las interferencias, la
edad y momento evolutivo del menor, las propias habilidades y capacidades del
progenitor objeto de las interferencias para saber minimizarlas o contra
restarlas, o por el contrario agravarlas, así como la mayor o menor
intención/motivación del progenitor agente de interferir en la relación
parento-filial (Cartié et al., 2005 ).
Fdo. Ignacio González Sarrió.
Psicólogo. Perito Judicial y Forense.
Colegiado en Valencia.
grupopsico@cop.es
696102043.
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